¿ENGAÑO O DESCONOCIMIENTO? LOS LIMITES DE SU CONSENTIMIENTO DE YOLANDA LEÓN




         Si hay algo que me molesta tremendamente, como lectora, es que me engañen y, sí, aun es posible engañar en estos tiempos. Soy lectora desde que tengo uso de razón. Leo de todo: romántica en todas sus variantes, erótica, histórica, ensayos, biografías…por leer, hasta el listín telefónico y los prospectos de las medicinas. Me jode (perdón por la expresión), insisto que tremendamente, comprar un libro y que poco o nada tenga que ver con el género en el que lo han metido y que me ha servido de guía para comprarlo. Y, no, por la sinopsis no puedes saber la realidad, ni se acerca (sinopsis ambigua, que digo yo). ¿Os imagináis comprar una biografía de alguien y que sea el cuento de vamos a contar mentiras? ¿un thriller y que te vendan Caperucita Roja? Pues eso mismo me ha pasado a mí y, en este caso, me duele especialmente porque se trata de nuevo de una novela romántica.

         Os cuento, veo publicitado un nuevo lanzamiento de Phoebe (me encanta esa editorial y suelo comprar habitualmente sus títulos) clasificado como novela romántica histórica, con sus toques de erotismo y allá de cabeza que voy, porque además se da la peculiaridad de que está ambientado en España, principios del XVIII, con ese Felipe V que quiere llegar al trono, vamos Guerra de Sucesión, Borbones y Austrias a mamporros y los civiles en medio, como siempre. Es raro una novela romántica histórica ambientada en España y eso acaba de decidirme. Me encanta la historia, me encanta la romántica y pienso “jolín, ¡qué bien!”. Vaya por delante que esto es un comentario personal y que nada tengo en contra ni de la autora, ni de su pluma, que sí es muy buena y por eso no me quejo, de lo que me quejo es que me han engañado como china (y no me digáis racista por ese comentario).

         Ni es romántica, ni es erótica tal y como yo concibo el erotismo, ni la puedo clasificar de histórica y os voy a explicar el porqué.

ATENCIÓN CONTIENE SPOILER, SI TIENES PENSADO LEERLA ABANDONA ESTA RESEÑA.

         He aquí la sinopsis de marras, que me decide a comprar el libro:

“Qué serías capaz de hacer para proteger aquello que amas?
¿Hasta dónde llegarías con tal de mantener a salvo a los tuyos?
Junio de 1707. Xàtiva ha pagado cara su lealtad al archiduque Carlos de Austria y arde hasta os cimientos.

Cerca de allí, un escalofrío sacude a la joven Isabel de Corverán mientras contempla la inmensa columna de humo en el horizonte. Desde la muerte de su padre ha tratado de mantener sus tierras y a cuantos viven en ellas a salvo de la cruel guerra que los rodea, pero… ¿qué puede hacer una dama indefensa cuando el más temido de los oficiales borbónicos y sus hombres deciden ocupar su casa? ¿De qué le pueden servir sus modales y su esmerada educación ante un demonio tan despiadado como seductor que no solo exigirá su hospitalidad, sino su entrega total en cuerpo y alma?
Durante siete largos días con sus noches Isabel deberá dejar a un lado su honor, su pudor y sus creencias. Siete noches en las que despertará su cuerpo y sus sentidos a una sensualidad y un placer prohibidos para una dama. Siete noches en las que aprenderá que, para una mujer sola en un mundo de hombres, el sexo puede convertirse en el arma más poderosa con la que derrotar al peor enemigo. 
Siete días que pondrán a prueba los límites de su consentimiento y que la transformarán para siempre."
           
         La novela se ubica temporalmente en la Guerra de Sucesión, principios del siglo XVIII, nuestro primer Borbón. Como en todas las guerras y más en ese tiempo, los ejércitos arrasan. Una compañía francesa, con Armand a la cabeza, toma posesión de la propiedad de nuestra “heroína”, y toma posesión en todos los sentidos, incluido el corporal. Así la dama, Isábel, virgen de principios del XVIII, señorita educada con esmero, como monja, vaya, huérfana, protegida por su servidumbre, responsable de muchas almas, dado que regenta el negocio de la familia que se ubica en la propiedad, se enfrenta al siguiente dilema: o consiente mantener relaciones sexuales o arrasaran su casa al completo. Y claro ella “consiente”. Parto de la base de que, efectivamente, estas cosas ocurrían, por desgracia ocurren hoy en día, pero ya entonces numerosos filósofos e intelectuales, de hecho en el siglo XV-XVI ya los hubo, se alzaban frente a la violación como arma de guerra. Sí, VIOLACIÓN. ¿Real? Sí; ¿Romántico? NO. Como romántica que me han vendido, espero que Armand reconsidere su postura, que tenga un atisbo de compasión, una pizca. Pero no señor,  no: hasta el fondo y así siete noches en que no queda agujero por catar (siento la ordinariez, pero esto es indignación). No es una relación consentida, porque el consentimiento, para ser válido, debe en todo caso ser libre y ¿dónde está  la libertad? ¿consiento porque no me resisto físicamente ante una amenaza? Me parece igual de consentida que la esclavitud sexual que hoy existe. Mi estupor va en aumento. ¿Qué ocurrían esas cosas? Claro, coño, ocurren ahora y la ONU no es capaz de acabar con ello.

         Me parece curioso que ella, según se insinúa en el libro, llegue a disfrutar, porque desde mi punto de vista, y aun viajando a esa época sobre la que he leído bastante, no me resulta creíble que una mujer en esa tesitura pueda disfrutar en modo alguno, salvo que tenga un trastorno tipo síndrome de Estocolmo. No hablamos, ojo, de un juego consentido por ambas partes, que son sanos, divertidos y tienen su puntito, os lo aseguro. El consentimiento viciado no es consentimiento, ni lo era en aquel momento; cosa distinta es que entonces se persiguieran esos comportamientos o no. Hasta hace relativamente pocos años existía una figura penal llamada uxoricidio en adulterio, benigna por demás, y no, no creo que nadie la pueda mirar con buenos ojos. El consentimiento obtenido bajo COACCIÓN o AMENAZA no es, ni ha sido jamás, consentimiento. Isabel consiente para que no arrasen todo lo que tiene y no solo ella muera, sino todos los de su casa. Para mí, personalmente, después de madurarlo mucho, son siete días de violación. No me vale la excusa que he leído de que ella se siente poderosa y usa el sexo para jugar a lo mismo que Armand, porque no es un juego en plano de igualdad de poder, no lo es, por la razón de que el comandante tiene la bota sobre ella: o follas o mato. Por otra parte dudo que, en siete días,  una dama de aquella época, educada y protegida, se convierta en una dominatriz, cosa que tampoco deduzco del texto. El mensaje que me llega de forma clara y contundente es: o follas o mueres.

         No hay amor, no hay ternura, no hay sentimientos y, no, eso no era amor en el XVIII. No existe arrepentimiento, no existe compasión, no hay respeto, empatía cero. ROMÁNTICA NO ES.

         En cuanto a la carga erótica, yo no la veo. Sexo en un libro, en eso estaréis de acuerdo, no equivale a erotismo y mucho menos cuando es no consentido. Lo siento, pero es así. El erotismo tiene que hacerte pedir más, te tiene que hacer sentir deseo, tiene que “ponerte caliente” (perdón por la licencia). El sexo de este libro me deja como el hielo. Quizás porque desde el principio, la forma de abordarlo parte de la amenaza y la coacción; ella puede no resistirse físicamente, pero esa ausencia de resistencia no se debe a haberse enamorado, ni tan si quiera al deseo, se debe a la amenaza que pende sobre su casa. No penséis que me escandalizo o similares, llevo muchos libros a mis espaldas y muchas realidades, una divertidas y otras no tanto, en lo que a sexo se refiere. No van por ahí los tiros. Si de sexo explícito hablamos, mucho más lo he leído y me ha gustado. Simplemente es que para mí, la relación entre ambos protagonistas se resume en sexo descarnado y soportado, que no consentido. No entra en mis fantasías que me obliguen a hacer una felación, ni que me obliguen a hacer ninguna otra cosa. Insisto, nuevamente, que una cosa es un juego consentido por ambas partes, en que puedes simular lo que te dé la gana y parar cuando y como quieras y otra muy distinta el que no tengas más remedio que aguantarlo. Así que, como que no me pone el tema en el libro.

         No puedo calificarla tampoco de novela histórica, otro de mis géneros preferidos, porque en este caso la historia, como tal, no es más que una leve pincelada que sirve de fondo. La narración puede suceder en la Guerra de Sucesión o en Siria hoy en día, porque en realidad son siete días entre las cuatro paredes de la casa. Que existe un telón histórico sí, pero que poco aporta a la narración,  también. Esta misma historia la puedes repetir con el run run de fondo de los tambores de las Guerras Indias sin problema. Los datos son exactos, pero livianos. Así que la carga histórica queda reducida a nada.

         Estoy muy disgustada, creo que se nota. Es más, es la primera vez que me molesto en meter un rollo tan largo para criticar un libro. Mi molestia no viene por la temática del libro, no os equivoquéis, he leído cosas mucho más crueles, porque la humanidad es así: cruel. Lo que me ha cabreado sobremanera es que me la hayan colado, es que me hayan dicho romántica, que no lo es. Ese final feliz, que sí, que en el género romántico para mí es imprescindible, aquí, después de las vejaciones, humillaciones, malos tratos, no existe. Es un final abierto, (me temo que tendrá segunda parte), en que cada uno se va a su casa y Dios en la de todos. Sin ternura, sin un adiós, sin nada, porque está claro que no puede aparecer al final de libro lo que no existe.

         Que sea real, que esté bien escrito, no lo discuto. Que sea  ROMÁNTICA, sí. Para mí es un diario de los horrores de la guerra, del abuso y la humillación a la que se sometió, y aun se somete, a mujeres en los conflictos bélicos.

         Cada uno puede escribir, leer y publicar lo que quiera. En eso no entro, ni entraré en mi vida, salvo que se trate de un delito. Pero que se engañe y se envuelva una novela de lo que no es, quizás para asegurar ventas, me parece deplorable. Que se quiera aprovechar el tirón del mercado de romántica, porque  los lectores de histórica se consideren más exquisitos y pudiera tener menos éxito, me parece vergonzoso. Que se diga, como he leído en un desafortunado comentario de Amazon, que no vayamos a esperar refajos y corsés y esas cosas, o al highlander no sé qué, me parece insultante, porque esta lectora lee de todo, comprende perfectamente, hasta si me apuras en latín y no, no somos incultas ni tenemos algún  tipo de trastorno que nos impide comprender todo tipo de géneros. No tenemos problemas con la documentación histórica, la comprendemos a la perfección. El propio comentario de Amazon, que en realidad es lo que finalmente me ha decidido a publicar esto hoy, vierte todos sus prejuicios sobre el género del que este libro se alimenta. Le falta llamarnos tontas, aunque el libro se venda dirigido a esas mismas “tontas” a las que desprecia. En fin que me despido con un Quo usque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?, que sin duda el intelectual comentarista de Amazon comprenderá a la perfección.

         Recomiendo este libro a gente con mucho estómago, el que yo no tengo. Lo podéis adquirir en todas las librerías, digitales y no digitales.

         Buenas noches, desde el disgusto que produce el tener que hacer esta reflexión. 





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